viernes, 27 de julio de 2007

Eva Perón y la Salud


Expedientes M:
La Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón y la salud de los argentinos

Por Félix Daniel Barrios


En los “Expedientes M”, El Médico trata de recordar grandes hechos relacionados con la salud y que conmovieron a la opinión pública nacional. Generalmente el recuerdo está dirigido a grandes escándalos, personajes nefastos o de “gestión desacertada” o a grandes hechos de corrupción, en este caso recordaremos a una institución que, a pesar de ser acusada por sus detractores de corrupta, fue tomada como una luz de esperanza por los más necesitados.

La llegada del movimiento justicialista al poder en 1946 significó un cambio revolucionario en muchos aspectos, y el ámbito de la salud fue uno de ellos. A la acción del ministro de Salud, doctor Ramón Carrillo, se sumó la tarea de una institución quizás no del todo reconocida: la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, más conocida y recordada por todos como la “Fundación Evita” o simplemente “la Fundación”, entidad que tenía como alma y motor a la propia Eva de Perón, quien no desempeñó un simple papel decorativo, como otras tantas “primeras damas”.

El 19 de junio de 1948, poco después del acto de inauguración del Hogar de Tránsito Nº 2, se anunció que se había constituido la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. La obra de atención a los necesitados que la misma Evita venía realizando en una pequeña dependencia de la residencia presidencial tomó así carácter orgánico, y el 8 de julio de 1948, el decreto 20.564 le otorgó su personería jurídica.

Tal como lo expresara Eva Perón en una nota publicada en el diario “Democracia” en agosto de 1948, la Fundación tenía como lema “Ayuda social sí, limosna no”, y buscaba retribuir a los excluidos aquello que se les había negado durante años: el derecho a la salud, a la vivienda digna, a la educación y al vestido. La obra de la Fundación consistía en acompañar al Estado en aquellos puntos a los que éste todavía no podía llegar, “cubrir lagunas” dando respuesta inmediata a las necesidades de los humildes.

Y así fue que Eva Perón, a través de su Fundación, ayudó a satisfacer las necesidades educativas, sanitarias y sociales de una importante parte de la población. Desde la creación de los Policlínicos Regionales (en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Neuquén, San Luis, Santiago del Estero, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Avellaneda, Lanús, Ezeiza y Capital Federal) a la puesta en marcha del Tren Sanitario.

Además, por iniciativa de la Fundación, y siguiendo el “Plan Analítico de Salud Pública” ideado por el doctor Ramón Carrillo, se creó la Escuela de Enfermeras, que se inauguró el 15 de septiembre de 1950. Esta institución permitía el ingreso de 1.500 estudiantes (el doctor Carrillo estimaba que faltaban 20.000 enfermeras profesionales para las necesidades sanitarias del país) que cursarían dos años de carrera y tendrían la posibilidad de hacer un posgrado de dos años más.

Las egresadas de la Escuela de Enfermeras no sólo cumplieron su labor en los centros de Salud de la Fundación sino que también colaboraron en gran cantidad de campañas como, por ejemplo, las que se realizaron para erradicar el paludismo y el Mal de Chagas.

La solidaridad de la Fundación no se quedó dentro de nuestras fronteras, ya que la asistencia llegó a las víctimas de terremotos en Ecuador y Perú; a los países europeos asolados por la Segunda Guerra Mundial; al recién constituido estado de Israel, lo que motivó el agradecimiento de Golda Meier, ministra de Trabajo de ese país, quien visitó la Argentina en 1951 (según el historiador Raanan Rein, todavía quedan en hospitales del norte de Israel algunas frazadas con el sello de la Fundación); a España, que sufría los estragos de la Guerra Civil; a países tan lejanos como Japón, Siria, Turquía o Noruega; y hasta hubo una inesperada donación de ropa de abrigo para 600 niños negros de Washington, que provocó la incomodidad del presidente Truman y que el periódico The New York Times tituló “Un obsequio de la señora Eva Perón agita a Washington”,

Pese a que con el fallecimiento de Eva Perón, ocurrido el 26 de julio de 1952, la Fundación perdió su principal motor, sus tareas continuaron. El golpe de 1955 intentó desvirtuar su acción buscando algún ilícito en sus cuentas, pero no pudieron hacerlo. El doctor Ramón Cereijo, administrador y apoderado de la Fundación, detalló minuciosamente todos los movimientos financieros, desde su capital inicial (una donación de $10.000 que hizo el propio presidente Perón) hasta todos y cada uno de los $ 2.900.000 con los que contaba la Fundación en septiembre de 1955. La transparencia de las cuentas de la Fundación no impidió que los hombres de la mal llamada “Libertadora” destruyeran frazadas, ropa, calzado y juguetes que los más necesitados de nuestro país esperaban, sólo por tener una inscripción que los identificaba como de la Fundación Eva Perón.

Gracias a esta etapa, las clases más humildes de la Argentina comprendieron que la ayuda social es un derecho y no simplemente migajas otorgadas por quienes ejercen el poder según su estado de ánimo o sus necesidades electorales.

Las obras de la Fundación:

Hogares de Tránsito. Ideados para atender las necesidades habitacionales de madres solteras, abandonadas, familias numerosas, ancianos, inválidos, inmigrantes y otros casos.

Atención de los mayores. La Fundación se preocupó por atender “la salud física y moral” de los mayores (tal como lo describía Eva Perón en su “Decálogo de la Ancianidad”) y para ello construyó Hogares de Ancianos, pero no con una función de “deposito de ancianos” sino como centros de atención con actividades laborales y de esparcimiento. Además, estableció un conjunto de pensiones por vejez a quienes lo necesitaban. Más de 2.300 ancianos encontraron un lugar donde vivir gracias a esta obra.

Hogares Escuela. Se construyó una veintena de Hogares Escuela para atender a los niños que fueran abandonados por sus padres o que tuvieran problemas económicos o sociales.

Deporte y Salud. Los Campeonatos Infantiles “Evita” y los Torneos Juveniles “Juan D. Perón” sirvieron para la difusión de la práctica de las actividades deportivas y para que el Departamento Médico de la Fundación, sumado a la tarea del Ministerio de Salud, pudiera hacerle un chequeo médico a los participantes. De 20.000 deportistas inscriptos en 1949 se llegaron a 120.000 en 1951 y 1952.

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