jueves, 24 de enero de 2008

Existe una "crisis de insatisfacción profesional" entre los pediatras

Según las autoridades de la Sociedad Argentina de Pediatría existe una "crisis de insatisfacción profesional" entre los pediatras

Según una encuesta, casi el 70 por ciento está disconforme con el sistema de atención

Las autoridades de la sociedad científica que reúne a los 15.000 pediatras que hay en el país coinciden en que existe una "crisis de insatisfacción en el ejercicio de la profesión". Es más: siete de cada diez pediatras no están satisfechos por completo con la forma en que deben atender a sus pequeños pacientes, según los resultados preliminares de una encuesta.

Entre las principales dificultades que señalan los pediatras en todo el país están la falta de camas de internación suficientes, sobre todo durante los brotes de infecciones respiratorias; las largas listas de espera para las cirugías; la necesidad de más anestesistas, terapistas y neonatólogos, y la falta de tiempo suficiente para dedicarse a cada paciente. Y, como si esto fuera poco, hablan de un mayor desgaste profesional.

"No ha habido estímulos adecuados desde hace más de 20 años. Se generaron contratros temporarios de relaciones precarias, sin impulso para que los jóvenes se formen y aspiren a otras condiciones de trabajo, y el equipo de salud está resentido por la poca cantidad de enfermeras y de médicos, los que, a su vez, no trabajan en las mejores condiciones de disponibilidad de recursos. Esto genera una sobrecarga, que se expresa a través de una crisis de insatisfacción profesional con consecuencias para médicos y pacientes", dijo el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), doctor Mario Grenoville.

En promedio, se estima que un pediatra trabaja unas 80 horas semanales, lo que equivale a agregar un día más por semana. Y, para el sistema, atender una consulta compleja tiene el mismo valor que una consulta menor.

"Vemos un alto porcentaje de pediatras desanimados y sin tiempo suficiente para la capacitación profesional -señaló la doctora Margarita Ramonet, vicepresidenta de la SAP y jefa del Servicio de Pediatría del hospital Posadas, donde 150 pediatras atienden 220.000 consultas mensuales-. También el funcionamiento de las obras sociales y las empresas de medicina prepaga hace que la elección del médico no sea por la calidad profesional en sí, sino porque está en una cartilla o queda más cerca de la casa. Esto hace que se deteriore el vínculo entre el pediatra, el niño y su familia."

Desgaste
En una reunión de las autoridades de la SAP con 23 jefes de servicios de pediatría de hospitales públicos y privados, estos manifestaron la necesidad de un sistema más equitativo, mejor organizado y conectado.

También mencionaron el aumento del "síndrome de burnout", o desgaste profesional, en los equipos de atención. "Es una enfermedad vinculada con el sistema de trabajo; no es una patología física ni psiquiátrica", precisó el doctor Gustavo Cardigni, jefe de Clínicas de Terapia Intensiva del hospital Garrahan y tesorero de la SAP.

Y agregó: "Un individuo que está mal difícilmente pueda brindar calidad de atención más allá de sus deseos y las necesidades del paciente, aunque es importante no generar la idea de que los pediatras están colapsados, dado que siguen haciendo todo lo posible por brindales a los chicos la mejor atención a su alcance".

La consulta ideal
Según las guías de atención de la SAP, los controles pediátricos deben hacerse en la primera semana de vida y cada mes del primer año; en el segundo son trimestrales, mientras que en chicos mayores y adolescentes son anuales.

Además del examen físico para detectar enfermedades, en los 30 minutos que debe durar la consulta el pediatra tiene que evaluar el peso y la estatura del paciente, su desarrollo madurativo (motricidad, lenguaje, habilidades, juego), e indagar sobre el entorno familiar.

Además, las guías indican que el pediatra debe hablar con los padres sobre medidas de prevención y promoción de la salud, como la vacunación, la lactancia materna y los buenos hábitos relacionados con la alimentación, el sueño, la actividad física y recreativa, así como también la prevención de conductas de riesgo.

Esto, para la SAP, no se cumple como debería, lo que también despersonaliza la relación médico-paciente. "Antes, la relación trascendía la consulta médica pura. Hoy, esto es excepcional y lo relacionado con la prevención y la educación para la salud se está perdiendo. Hay un momento en la consulta médica que debe destinarse a hacer prevención en el futuro y a guiar los cambios en el niño hasta la adultez", dijo Grenoville.

Nota realizada por Fabiola Czubaj, de la Redacción de LA NACION
Se puede visualizar la nota original en:

http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=977953

Agradecemos al diario "La Nación" de Buenos Aires.

Según UNICEF Formosa encabeza el ranking de mortalidad infantil

Nota del diario "Clarín":
Pese a los avances, 25 menores de un año mueren por día en el país y Formosa encabeza el triste record
La mayoría de ellos por causas evitables, como infecciones respiratorias y bajo peso.

La noticia golpea bajo y amerita preocupación, aunque se inscriba en una tendencia que se ha ganado muchos aplausos: si bien, desde 1990, la tasa de mortalidad infantil cayó a la mitad, 25 niños menores de 1 año todavía mueren a diario en el país, en la mayoría de los casos por causas evitables. Lo advierte el capítulo sobre Argentina del informe anual de UNICEF sobre el Estado Mundial de la Infancia.

La edición 2008, que recorre los avances y las deudas que los Estados tienen con los más chicos, subraya esta cuenta pendiente y destaca las "disparidades" que afectan a los niños y niñas argentinas al nacer, y que son "factores de riesgo de mortalidad infantil".

En 2006, casi 9.000 chicos fallecieron antes de cumplir 1 año. Si bien fueron 551 niños menos que en 2005, problemas que -en general- podrían evitarse siguen amputando a diario el futuro de 25 bebés. "Más de 4.000 chicos se salvarían si se lograra reducir lo reducible", enfatiza el informe.

Infecciones respiratorias y bajo peso al nacer son las principales causas de muerte en esa franja etaria. Pero los expertos también resaltan otros problemas, como el nivel de instrucción de la madre y la falta de información en la familia y en la comunidad sobre temas vinculados a la prevención y el cuidado de la salud."En los últimos cinco años, gracias al programa Remediar y otras políticas hubo logros importantes. Pero quedan cosas por hacer: es fundamental reforzar el sistema de salud, las redes locales y el acceso no sólo al insumo médico sino, también, a una educación que mejore tanto la prevención como el alerta en la familia, en los médicos y en la comunidad", dice la doctora María del Carmen Morasso, responsable de Salud de Unicef.

"Acceso a la salud", explica, no es sólo la posibilidad de tener en forma gratuita y relativamente rápida una vacuna o un medicamento. Es, también, "tener información para identificar que es importante vacunar a un hijo o llevarlo al médico ante ciertos síntomas. Es que haya ciudadanos con la suficiente información como para tomar decisiones en favor de sus hijos. Es fundamental acercar el recurso pero, también, fortalecer la demanda".

Para Morasso, la demanda no sólo se fortalece con información sino también reafirmando el derecho a la salud, a ser atendido rápidamente ante una urgencia, a ser bien tratado: "Una cola de una cuadra en una guardia es una foto de la indignidad. Hay que devolverle a los sectores postergados la convicción de que tienen derecho", subraya.

Según el informe, basado en datos del Ministerio de Salud, la tasa de mortalidad infantil es de 12,9 niños por cada mil nacidos vivos. Es una cifra que celebrar si se la compara con la de 1990, que trepaba al 25,6. Pero, según Unicef, para que siga bajando "deben redoblarse los esfuerzos y compromisos, ya que el último tramo es el más difícil", afirma.

A su vez, aclara, esa cifra esconde profundas desigualdades, porque la muerte temprana no golpea igual en los distintos rincones del país: mientras que en Capital mueren 8 chicos cada mil antes de cumplir un año, en Formosa y Chaco la cantidad asciende a 24 y 18, respectivamente.

"El lugar de nacimiento condiciona la posibilidad de sobrevivencia", dice el informe, y enumera "disparidades" que marcan al niño desde la cuna: en 2006, en el 15% de los nacimientos las mamás tenían menos de 20 años (proporción que en Chaco llegó el 24%); en 1 de cada 10 casos eran analfabetas o con primaria incompleta (cifra que en Misiones llega al 40%); y la mitad no tenía cobertura de salud, una situación que en Santiago se comprobó en el 79% de las madres.

La salud de las madres, en crisis
El informe de UNICEF también remarca deudas en lo vinculado a la problemática de las muertes de mujeres vinculadas a la maternidad. "Analizando desde 1990, no se observa el proceso de reducción sostenida" comprometido por Argentina, enfatiza, explicando que en 2006 murieron por causas relaciones con el embarazo, el parto o el período de puerperio 333 mujeres, una cifra que habla de 54 muertes más que en 2005.

"En el país, mueren más mujeres de entre 25 y 34 años por causas vinculadas al embarazo que por sida", subraya.

La cifra
40% de los bebés son amamantados en forma exclusiva hasta los 6 meses, un porcentaje muy bajo.

Cómo lograr la supervivencia infantil
En su edición 2008, el informe Estado Mundial de la Infancia hace foco en la supervivencia infantil y la atención primaria de la salud para las madres, los recién nacidos y los niños y niñas. "Estas cuestiones se pueden considerar como indicadores precisos del desarrollo y el bienestar de un país y como prueba fehaciente de sus prioridades y valores", sostiene.

En la reducción de la mortalidad infantil, que en el caso de los menores de 5 años fue "importantísima" (cayó de 20 millones de niños por año, en 1960, a menos de 10, el año pasado), fueron fundamentales las políticas orientadas a la erradicación de la viruela y la lucha contra enfermedades como el sarampión y la poliomielitis. También, dice el informe, todas aquellas acciones destinadas a mejorar el acceso a una buena nutrición, a los servicios de salud y a mejores condiciones sanitarias.

El abanico de estrategias para combatir la muerte prematura va desde el acceso al agua potable y mosquiteros para prevenir infecciones de paludismo hasta vacunas, suplementos vitamínicos y tratamientos para evitar la transmisión vertical del HIV, entre otras medidas.

"Invertir en la salud de los niños y de sus padres no sólo es un imperativo en materia de derechos humanos sino, también, una decisión económica adecuada", concluye Unicef.

lunes, 21 de enero de 2008

Homenaje de AMRA - Formosa a una mente brillante

Muchos afiliados y amigos de AMRA comparten la pasión y el amor por el ajedrez. Pasión que nos llevara a admirar a uno de los genios de este deporte - ciencia. Vaya desde Formosa un homenaje a un hombre que continuará haciendonos pensar con cada una de sus jugadas magistrales.
Bobby Fischer, en 1962



Bobby Fischer, adios a un genio incomprendido y perseguido
Obituario por ORFEO SUÁREZ

El tablero de ajedrez es un completo laberinto matemático y psicológico que ha alumbrado mentes prodigiosas, capaces de procesar cientos de combinaciones en unos pocos segundos bajo una presión insoportable, pero también ha descubierto la delgada línea que separa la razón de la obsesión, la cordura de la locura, cuando el intelecto es llevado al extremo. Bobby Fischer ejemplifica ese estallido, el del mejor ajedrecista de la historia devorado por la imposibilidad de conjugar su altísimo talento con sus contradicciones vitales, con sus propias miserias, falleció en Reikiavik el 17 de enero de 2008 a los 64 años.

Fischer ha fallecido como un anacoreta en Islandia, lugar que lo descubrió al mundo y que acabó por convertir en su Macondo imaginario. En realidad, es el sitio donde su mente se detuvo, en 1972, después de ganar el título mundial al soviético Boris Spassky y sacudir la calima de la Guerra Fría. Pero para entender el precipicio al que se abocó más tarde, el proceso psicológico que sufrió después, es necesario indagar en su infancia.

Nacido en Chicago el 9 de marzo de 1943, durante la II Guerra Mundial y bajo el signo de Piscis, que el zodiaco ha reservado a muchos talentos, Fischer apenas recordaba a su padre, que abandonó el hogar cuando contaba dos años. "Nunca lo vi. Mi madre me dijo que se llamaba Gerhardt y que era alemán. Creo que los niños que crecen sin un padre se vuelven locos", dijo de forma premonitoria cuando ya era un adulto.

Su madre era de origen judío, había estudiado medicina en Moscú y fue investigada por el FBI debido a su filocomunismo. Varios biógrafos del ajedrecista, sin embargo, aseguran que su padre no era el biofísico Gerhardt Fischer, al que también se relacionaba con labores de espionaje para la extinta República Democrática Alemana, sino el científico húngaro Paul Nemenyi, con el que Regina, su madre, habría tenido relaciones extramatrimoniales. Nemenyi, especialista en física nuclear, participaría en la fabricación de la bomba atómica. Fuera uno u otro, la genética del futuro ajedrecista era inmejorable.

Madre e hijo vivieron en varios estados hasta recalar en Nueva York, mientras Fischer desarrollaba una enfermiza pasión por el ajedrez que le llevaba a evadirse de todo lo demás. Según el colegio Erasmus Hall, poseía un coeficiente intelectual de 180, cuando los valores superiores a 130 ya se consideran propios de superdotados. El tablero tuvo mucho que ver con los problemas de relación con su madre, que lo dejó solo en Brooklyn y se trasladó al Bronx.

A los 16 años, cuando ya era campeón absoluto de Estados Unidos, dejó de estudiar porque, según declaró, los profesores le parecían unos ineptos. Quizá en esa distorsión del complejo de Edipo está el origen de las fobias que marcarían su vida, del antisemitismo que le llevó a negar el Holocausto, de la misoginia que tanto dificultó sus relaciones íntimas o del desprecio por los comunistas que sólo superó cuando se aproximó personalmente a Spassky, ya en su deteriorado crepúsculo.

Un duelo histórico

Sus reticencias a enfrentarse a un soviético y sus temores a las maniobras del KGB eran tales que Henry Kissinger, entonces secretario de Estado norteamericano, intervino para convencer a Fischer de que se enfrentará a Spassky. Un empresario británico, James Slater, donó además un premio de 125.000 dólares para acabar con sus dudas. Fischer ya había sabido atraer patrocinadores, convertido en el gran talento occidental, el único que podía derrumbar la maquinaria soviética, donde todo el Estado obligaba a sus maestros a poner sus conocimientos al servicio del elegido por las autoridades, como más tarde denunciaría el disidente Víctor Korchnoi con respecto a Anatoli Karpov. El norteamericano, dueño de un juego total sobre el tablero, agresivo e innovador, era, de hecho, el primer profesional del ajedrez en el sentido estricto.

El duelo se disputó en Laugardalur, un centro deportivo de Reikiavik donde todavía se conserva la mesa de juego original. Fischer puso algunas extravagantes condiciones y venció a Spassky en 21 partidas, lo que al soviético le costó la postergación del Kremlin, mientras su rival era agasajado por Richard Nixon. Fue interpretada como una victoria política, una hazaña que traspasaría la frontera del deporte por su simbolismo, comparable a las medallas de Jesse Owens en los Juegos de Berlín'36, al triunfo de la Alemania de la posguerra en el Mundial de fútbol de 1954 o a los combates de Cassius Clay, primero, y Muhammad Ali, después, sobre Sonny Liston y George Foreman, respectivamente.

El mito estaba creado, pero pervivía en su interior el germen de la autodestrucción. Tres años después debía defender su título ante el nuevo campeón soviético, un joven de los Urales de mirada gélida y pelo grasiento, un 'aparatchik' de manual. Fischer intentó condicionar el duelo a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que finalmente no aceptó sus numerosas peticiones, algunas en exceso ventajistas. Anatoli Karpov, que antes había destronado al exiliado Korchnoi, desestabilizado por las presiones del KGB a su familia, se erigió en campeón por incomparecencia.

Casi dos décadas más tarde, liberado del control soviético, Karpov explicaba a este periodista que en 1975 no estaba preparado para derrotar a Fischer porque era demasiado joven, que sus posibilidades reales eran de un 40% frente a un 60%. Lo decía sin rencor alguno por quien tanto le despreció. La animadversión del ruso, en realidad, estaba ya focalizada en Garri Kasparov, el ajedrecista de la 'perestroika' que decía inspirarse en el juego ofensivo de Fischer, mientras Karpov prefería las trampas defensivas de las que el cubano Raúl Capablanca, gran maestro y 'playboy', había hecho un arte. Una vez convertido en nuevo rey del ajedrez, el egocéntrico Kasparov no ha podido evitar ciertos celos cuando se hablaba de Fischer como el mejor de la historia. Cuando el norteamericano se encontraba ya en la recta final de su vida, refugiado en Reikiavik, el campeón de Bakú dijo que con sus declaraciones habían dado un mal ejemplo para el mundo del ajedrez, durante una visita a este periódico.

En busca y captura

Fischer se encerró en sí mismo y decidió no volver a jugar de forma oficial. Tardó dos décadas en romper su letargo, al aceptar tres millones de dólares para reeditar su duelo con Spassky, en 1992, en la antigua Yugoslavia, sobre la que ya pesaban las sanciones internacionales. Washington decretó entonces orden de busca y captura contra el ajedrecista, al tiempo que cursaba misivas para que embargaran sus cuentas en Suiza, donde había sido depositado el premio por derrotar de nuevo a Spassky. No obstante, hasta que sus bienes fueron confiscados, Fischer disfrutó de una etapa de recomposición personal. Mantuvo relaciones con la húngara Zita Rajcsanyi, fue padre merced a su relación con una mujer filipina, y se asentó en Tokio, junto a Miyoko Watai, que le acompañó en la etapa final de su vida.

En 2004, un Fischer con barba rala y aspecto de indigente fue detenido en el aeropuerto de Narita, en Tokio, debido a los mandatos internacionales. Estados Unidos no transigió, a pesar de las peticiones de clemencia, y la situación se prolongó hasta que Islandia decidió concederle asilo político un año más tarde. La ira del anciano ajedrecista le llevó entonces a celebrar los atentados del 11-S.

El 24 de marzo de 2005, Fischer bajaba la escalinata del avión con un tejano, una gorra y zapatillas de misionero en el aeródromo de Keflavik, separado de la capital islandesa por un paisaje lunar. En ese mágico y avanzado país, con el parlamento más antiguo de Europa y donde el matrimonio ente homosexuales de aprobó en 1996, encontró el apoyo de las autoridades. No en vano, el ajedrez, introducido en el siglo XI por mercenarios ingleses, es una seña de identidad para Islandia.

Los últimos meses de su vida han transcurrido en el secretismo. Durante un viaje reciente de un grupo de periodistas españoles, fue imposible ver a Fischer, a pesar de conocer la zona donde se encontraba su apartamento y el reducido espacio de Reikiavik. Vivía recluido en el desorden, sin salir apenas. Ni siquiera acudía a los baños termales por temor a ser envenenado. Tampoco accedía al tratamiento psiquiátrico. Había decidido entregarse a un destino atormentado, para el que su mente no encontró solución, y que concluyó a los 64 años, el mismo número de casillas de un tablero de ajedrez.

viernes, 18 de enero de 2008

Un recuerdo oportuno



Compartimos con Uds. un recuerdo a veinticinco años de la muerte de un médico que aun hoy es ejemplo para todos los hombres y mujeres de la democracia.


Illia, médico de los pobres y hombre de la democracia
Ocupó la Casa Rosada entre 1963 y 1966, y fue derrocado por el general Onganía

Algunos aún hoy lo recuerdan como el Apóstol de los Pobres. Otros, cada vez menos, prefieren destacarlo como un presidente lento en la toma de decisiones. A más de cuarenta años de su derrocamiento, a nadie le quedan dudas de que Arturo Umberto Illia fue un hombre de firmes convicciones que sucumbió víctima de la escasa cultura democrática de la sociedad argentina de aquel entonces.


Hoy se cumplen 25 años de la muerte de quien fue víctima del quinto golpe de Estado que registra la historia política argentina moderna. Hoy a las 17.15 habrá un homenaje en el cementerio de la Recoleta, donde hablará el ex presidente Raúl Alfonsín Médico de profesión, Illia terminó convertido en político por vocación de servicio. Hijo de inmigrantes italianos, nació en Pergamino el 4 de agosto de 1900, pero forjó su carrera profesional y política en Córdoba, más precisamente en Cruz del Eje.


En aquella por entonces pequeña población cordobesa, Illia se radicó en 1929 para convertirse en médico de los empleados del ferrocarril. Lo hizo después de comprometerse a cumplir esa tarea ante el presidente Hipólito Yrigoyen, con quien se había entrevistado un año antes. Ya para ese entonces era afiliado radical, opción que había adoptado cuando ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Pero Cruz del Eje no hizo más que fortalecer su vocación profesional y sus convicciones políticas.


Como médico, se ganó el mote de "Apóstol de los Pobres", porque atendía a todos sin mirar su condición social. Como político, fue diputado provincial, senador nacional y vicegobernador de Santiago del Castillo, entre 1940 y 1943. Con el radicalismo dividido, Illia se convirtió en 1963 en la opción de Ricardo Balbín para competir en las elecciones presidenciales de julio de ese año, que, finalmente, ganó como candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). Sin embargo, Illia debió luchar desde el comienzo de su gobierno con la debilidad de origen de haber ganado las elecciones presidenciales con apenas el 25,15% de los votos (sólo otro político, Néstor Kirchner, llegaría a la Casa de Gobierno con un porcentaje menor), producto del boicot ordenado por Juan Domingo Perón, en repudio de la continuidad de la proscripción del peronismo.


Asumió el poder el 12 de octubre y dos meses después, el 15 de diciembre, tomó una de sus más valerosas medidas, al anular los contratos petroleros firmados por el gobierno de Arturo Frondizi. Cuenta una de las anécdotas más jugosas que tras la decisión, un sábado a la mañana, se presentó en la quinta de Olivos el embajador de los EE.UU., Robert McClintock, y pidió hablar con el presidente. Illia lo recibió y tras escuchar al diplomático expresar su queja, le respondió: "Mire, lo recibí en mi día de descanso y en la residencia presidencial porque es el embajador de un país amigo y creí que su visita no era oficial. Pero si tiene alguna queja que presentar en nombre suyo o de su gobierno le aclaro que esos asuntos se atienden en la Cancillería, de lunes a viernes y en horario oficial. Buenos días..."


Un hacedor

El ex senador José María García Arecha rechaza las acusaciones sobre la supuesta lentitud del gobierno de Illia. "Nunca fue reconocido como un presidente hacedor, pero lo fue", dijo a LA NACION. No le falta razón. En sus dos años y ocho meses de gobierno sancionó las leyes de salario mínimo y de medicamentos -otro hito que provocó malestar en grupos de poder económico-, y canceló la deuda existente con el Club de París. Además, en 1965, el canciller Miguel Angel Zavala Ortiz logró que la ONU, por primera vez, emitiera una resolución, la 2065, instando a ambas partes -en realidad a Gran Bretaña- a negociar una salida pacífica al conflicto por Malvinas.


Illia también mostró con claridad su convicción democrática al levantar la proscripción al peronismo, no así la que pesaba sobre el propio Perón, que pudo así participar en las elecciones legislativas de 1965. Pero esto no impidió que el peronismo lo hostigara. Los sindicatos le hicieron la vida imposible porque frustró el retorno de Perón, en 1964, con un plan de lucha que alcanzó la toma de once mil establecimientos fabriles y que concluyó con la liberación de tortugas en Plaza de Mayo.


Por su parte, los militares siempre fueron otro factor de presión y, amparándose en el desinterés de Illia por proteger al país del comunismo -tanto que le vendió alimentos a China-, y en un eventual triunfo del peronismo en las elecciones provinciales de 1967, dieron un nuevo golpe de Estado que, para tragedia de los argentinos, no fue el último.


Por Gustavo Ybarra

De la Redacción de LA NACION