Editorial I
Insfrán, otro gobernador vitalicio
En su convocatoria para las elecciones provinciales del 28 de octubre próximo, coincidentes con las nacionales, el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, vaticinó que sus comprovincianos iban a demostrar "cuán agradecidos son" con la gestión del presidente Néstor Kirchner por las obras que se realizan en su territorio merced al acta de reparación histórica. Se trata de una serie de ventajas impositivas y créditos blandos para financiar obras de infraestructura a las cuales, en definitiva, deberá la candidata presidencial Cristina Fernández de Kirchner el apoyo de uno de los gobernadores peronistas que gozan del anacrónico beneficio de la reelección indefinida, impulsada por él mismo en 2003.
Insfrán ha ejercido el poder en una de las provincias más postergadas del país, durante 12 años consecutivos, sin contar los ocho anteriores en los cuales fue vicegobernador. En su afán por perpetuarse en el cargo no ha dudado en inclinarse hacia un extremo y el otro del movimiento peronista, sin más miramientos que los favores recibidos del gobierno nacional de turno.
En 2003, Kirchner obtuvo en Formosa una ventaja de 16 puntos sobre su adversario, Carlos Menem. Insfrán respaldó en 1999 la posibilidad de una segunda reelección de Menem, vedada por la Constitución Nacional, pero cambió de opinión cuatro años después.
No es el único político de la Argentina que cambia de colores como el camaleón, pero su caso es ilustrativo de la incapacidad de la oposición de forzar una alternancia frente a la dependencia de las dádivas estatales para sobrevivir en una provincia pobre, azotada, entre otros flagelos, por la desnutrición, el analfabetismo y el clientelismo prebendario.
Ya en marzo de 2005, la Iglesia Católica advertía en su asamblea anual sobre los reclamos de la comunidad indígena toba de La Primavera y de los campesinos algodoneros. "Somos testigos de haber visto mujeres, niños y hombres humildes sufriendo durante días calurosos la falta de agua y de comida, la humillación de no ser escuchados ni atendidos en sus reclamos por necesidades elementales y primarias que les permitan vivir con dignidad", decía en un documento.
A eso se sumaron fundadas denuncias contra Insfrán, formuladas en enero de 1997 por la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), a raíz de "la venta por decreto y en forma directa de 40.000 hectáreas de tierras fiscales con bosques chaqueños únicos". Según la citada organización no gubernamental, la operación se concretó por decreto "al irrisorio precio de 8,46 pesos la hectárea" y "si se tiene en cuenta el valor económico y ambiental de los bosques, no se trató de una venta sino de un regalo". La compañía favorecida tenía previsto arrasar inicialmente 24.000 hectáreas del bosque, cuyo ecosistema es único e irreemplazable.
Los problemas no terminaron allí. En el bañado La Estrella, al noroeste de la provincia, 1200 familias protestaron a fines de junio último por el envenenamiento del agua del río Pilcomayo, la reproducción de pirañas que matan el ganado y "la contaminación política". Insfrán, según ellos, se rehusó a atenderlos. En la zona hubo cortes en la ruta nacional 81, a la altura de Las Lomitas, en reclamo de una reparación de los daños ecológicos y productivos causados por una represa construida sobre la ruta 28 que había provocado inundaciones. También le pidieron que se detuviera la construcción de otras tres presas y que se reconociera a las familias pilagás, tobas y wichis la propiedad de las tierras en las que han vivido durante generaciones.
En defensa de ellos, se ha alzado la voz de Francisco Nazar, párroco de Las Lomitas, que sostuvo que se trata de "un lugar donde hay pueblos y culturas diferentes: wichis, tobas, pilagás, pueblos originarios indígenas y además criollos, que son en realidad mestizos, gente que ha venido de Salta hace entre 100 y 150 años".
En su larga trayectoria como gobernador, Insfrán ha sido objeto de varias denuncias vinculadas con presuntos actos de corrupción, como favorecer con resoluciones a una compañía expendedora de combustibles de su mujer; haber permitido que tanto los legisladores provinciales peronistas como los radicales cobraran dietas excesivas; haber tolerado la continuidad de las jubilaciones de privilegio (es vox pópuli el caso de un diputado por el PJ que se aseguró una de ellas por un solo día de labor) y haber conservado los salarios de la provincia -salvo los de los políticos- entre los más bajos del país en un contexto de alto desempleo.
De ese modo, con un marcado perfil de caudillo feudal, Insfrán apuntó a clausurar el debate parlamentario, esencial en toda democracia. En Formosa, a su vez, rige la anacrónica ley de lemas, afortunadamente extinguida en la mayor parte del país.
Ultimamente, los reclamos han ido en aumento. La presidenta de la Asociación de Defensa de los Derechos Individuales (ADDI), Mirtha Lima, denunció esta semana que en Formosa "los atropellos, la trágica muerte de jóvenes y la violencia desde el Estado es cada vez mayor". Se mostró impotente frente a "un sistema judicial corrupto, lleno de jueces inoperantes, que privilegian siempre el poder, sean violadores o asesinos". Sus lamentos guardan relación con una sabia frase de lord Acton: "Si el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente". Y lo mismo podría conjeturarse sobre el poder a perpetuidad del que está gozando el mandatario formoseño.
Lo más deseable sería que la oposición procurara recuperar su papel y que el presidente de turno, en este caso Kirchner, fuera más cuidadoso al recibir apoyos electorales para su mujer.
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