lunes, 4 de febrero de 2008

Desnutrición infantil: La Realidad no escucha los discursos

Mientras algunos políticos se ufanan de su preocupación por los más necesitados, la Realidad no se detiene a aplaudir. El hambre no está afiliada a ningún partido político y a La Muerte no le retienen el D.N.I. hasta la próxima elección...

Compartimos con Uds. el documento del Centro de Estudios e Investigación Social NELSON MANDELA DD.HH., de la provincia del Chaco. Cualquier similitud con alguna provincia argentina (o latinoamericana) creemos que no es pura coincidencia


AUMENTÓ LA MORTALIDAD INFANTIL: COMUNIDADES INDIGENAS

EL TREN DE LA MUERTE, A TODA MÁQUINA

Hace pocos días UNICEF informó que durante el año 2006 disminuyó la mortalidad infantil en la República Argentina, aunque de manera desigual según las regiones y ciudades. Después de Formosa, Chaco fue la provincia que presentó la tasa más alta de mortalidad de niños de 0 a 5 años, aunque a la baja durante la última década.

Sin embargo, durante el año 2007 aumentó considerablemente la mortalidad infantil en nues-tra provincia. Se produjeron 333 defunciones infantiles desde enero a octubre, según datos provisorios entregados por la Dirección de Estadísticas Sanitarias del Ministerio de Salud Pública del Chaco, contra 316 del año 2006. La tendencia estadística proyecta al 31 de diciembre de 2007 un total de 380 fallecimientos posibles. Si a esto agregamos que el 66 % de las muertes fueron por causas evitables [no debieron producirse], componemos el grave cuadro de situación sanitaria que atravesamos en la actualidad, quedando en evidencia el fracaso del pro-grama materno infantil.

Si además tomamos en cuenta que durante el año 2007 nacieron vivos 713 niños menos que durante el año 2006, el panorama se agudiza porque la tasa se potencia al cambiar el denominador de la fórmula utilizada para calcular la mortalidad infantil. Si se concretara la tendencia estadística, o sea que al 31 de diciembre de 2007 se produjeron 380 fallecimientos, la tasa de mortalidad infantil se elevará considerablemente.
Si nos ajustamos al total de fallecimientos al 31 de octubre de 2007, suponiendo que no se produjera ningún fallecimiento infantil durante los meses de noviembre y diciembre, la tasa de mortalidad será de 20,08%o, muy superior a la del 2006 [18,9%o]. Estos datos son más que reveladores de la crisis socio-sanitaria provincial, que asociados a los últimos fallecimientos que se han producido, reflejan una situación muy cruda que se debe atacar con verdadero hambre cero y asistencia sanitaria plena.

Colapsó la red sanitaria
Finalmente, ha colapsado de manera integral la red sanitaria de El Impenetrable. Esta realidad ya no puede ser negada y es la consecuencia de muchos años de fracaso del Estado, mejor dicho de los funcionarios que maneja-ron las estructuras públicas, que la mayoría de las veces terminaron enriqueciéndose a costa de empeorar la reali-dad social.

El Hospital Güemes de J.J. Castelli, cabecera de la zona sanitaria VI, funciona en pésimas condiciones. Su in-fraestructura está muy deteriorada, de punta a punta. La atención que se brinda es totalmente deficiente, potenciándose los resultados negativos en salud como consecuencia de la profundización de la crisis que se ha generado a partir de la falta de políticas públicas adecuadas. Para señalar un aspecto, citamos que faltan médicos, personal técnico, enfermeros y mucamos. Las restantes unidades que integran la red están en igual o peores condiciones; algunos puestos sanitarios no tienen médicos y otros están cerrados por vacaciones, justamente en la región chaqueña que presenta los peores indicadores socio-sanitarios de nuestro país.

El puesto sanitario de Villa Río Bermejito es una unidad a la que las comunidades indígenas llaman “sala de la muerte”. Allí no se cumplen los requisitos mínimos para la atención de la salud. No se respetan las normas de bioseguridad. Los recursos humanos son insuficientes y con escasa capacitación. Algunos reflejan prejuicios raciales. Las personas que permanecen en observación o internación indirecta no reciben alimentos. Los que están enfermos de tuberculosis comparten salas con niños recién nacidos, ancianos y embarazadas. Hasta se llegó a reemplazar y a reformular algunas historias clínicas de pacientes fallecidos por tuberculosis y desnutrición asociada.

Sin asistencia alimentaria
A la deplorable situación sanitaria, se agrega la ausencia casi total de políticas sociales, específicamente de asis-tencia alimentaria. Por vacaciones o recesos permanecen cerrados los comedores escolares e infantiles. La mayoría de las familias de las comunidades indígenas son indigentes y estructuralmente vulnerables; sin embargo, no están recibiendo aportes alimentarios. No comenzó el nuevo programa alimentario provincial, a pesar de lo ordenado por la Corte Suprema y de la emergencia decretada en la provincia. El Programa Hambre Cero se comenzó a ejecutar, como prueba piloto, hace pocos días dentro de las reducidas fronteras de algunos parajes que dependen del municipio de Misión Nueva Pompeya.

Como contrapartida, el gobierno nacional solamente distribuyó una bolsa de 33 kilos de mercadería por familia cada dos meses, que luego fue reemplazado por cajas de 15 kilogramos, a razón de una de ellas por cada tres integrantes. En cuanto a agua potable, Nación efectuó un operativo entregando 32 litros de agua mineral por familias numerosas, que se distribuyó en 16 parajes, sin criterios de selección ni lista de beneficiarios. Se estimó que la cantidad de agua entregada alcanzaba para dos días por cada núcleo familiar numeroso.

Los municipios de El Impenetrable tampoco asisten alimentariamente a las comunidades; antes del 10 de diciembre lo hacían con fines netamente políticos, en el marco del clientelismo más aberrante. Los intendentes aliancistas hacen la plancha mientras especulan que el Ministerio de Desarrollo Social del Chaco es el organismo que debe distribuir las mercaderías.

En definitiva, continúan plenamente vigentes los efectos devastadores de la pobreza extrema, del hambre, de la desnutrición, de las enfermedades y de las muertes prematuras o evitables en el universo conformado por las comunidades de indígenas, criollos y gringos pobres que viven en el noroeste chaqueño.

La muerte de Ramón García Chietenek
Don Ramón nació el 2 de febrero de 1930. De adulto enfermó de tuberculosis, arrastrando una aguda y persistente desnutrición asociada a esta enfermedad. Fue perdiendo la vista producto de la endemia del glaucoma que había contraído cuando vivía en el paraje Palma Sola, que pertenece al municipio de Villa Río Bermejito. Para lograr un mejor tratamiento sanitario fue a vivir en la casa de una de sus hijas, ubicada en el casco urbano de dicha localidad.

El 2 de agosto de 2007 lo visitó un médico; estaba en regular estado de salud, con tos crónica y fiebre; refirió dolores toráxico y presentaba bajo peso; se le diagnosticó bronquitis aguda. El 10 de agosto se lo controló; presentaba un mejor estado general; solicitó asistencia alimentaria. El 12 de noviembre se le recetó medicamentos en el puesto sanitario; tenía mucha tos y catarro, lo que se confirmó durante una visita médica a domicilio que se produjo el 26 de dicho mes. El 21 de diciembre desmejoró; se le sugirió internación para su posterior derivación al hospital de J.J. Castelli, anotándose en historia clínica que los familiares se negaron. Al 27 de diciembre conti-nuó desmejorando, dejándose asentado que los familiares se negaban a su internación en el hospital de Castelli. Falleció a las 15:00 horas de ese día.

El fallecimiento de Ramiro Radanes Chávez
Ramiro nació el 12 de noviembre de 2007; pesó 4 kilos. Su mamá Norma Saravia era ama de casa; su papá Celes-tino Chávez era jornalero. Vivían en Fortín Lavalle. El hogar estaba integrado por siete personas. Vivían con sus necesidades básicas totalmente insatisfechas. La casa no contaba con agua ni comida.

Cuando tenía 24 días de vida pesaba 4,450 kilogramos; se alimentaba a pecho. Durante la tarde del día 29 de diciembre se produjo el fallecimiento de Ramiro. Había vomitado durante tres días. Como había llovido, apenas pudieron llegar a la pioxoná [médica indígena] del Paraje El Canal; cursaba una aguda deshidratación.

Falló el sistema sanitario porque no se efectuaron controles a Ramiro desde su nacimiento. Este fallecimiento evitable demuestra que no existe atención primaria de la salud en el sistema público chaqueño.-

La muerte de Gladis Alegre
Gladis nació el 1º de marzo de 1990. Ingresó enferma al puesto sanitario de Villa Río Bermejito el 11 de enero de este año. Fue trasladada en ambulancia. Ingresó con fuertes vómitos. Sus familiares relataron que el día anterior había comido carne en mal estado. En primer término, recurrieron a la pioxoná del paraje El Canal.

Ingresó grave al puesto sanitario, con taquicardia, muy dolorida, con presunto abdomen agudo, anemia aguda y dificultades respiratorias. Por la gravedad de la paciente, se dispuso su derivación al Hospital 4 de Junio de Sáenz Peña, con evaluación y compensación en el Hospital Güemes de J.J.Castelli, lo que se produjo a las 20:30 horas. Gladis fue evaluada por el médico de guardia de este hospital, quién de urgencia solicitó estudios de laboratorio para su posterior derivación a Sáenz Peña. Falleció poco después. La comunicación por radio se recibió a las 21:00 horas.

Gladis Alegre estaba embarazada; así lo corroboró el gravindex positivo que le efectuaron en el hospital de Cas-telli, de manera que murieron dos seres humanos. Fracasaba nuevamente el sistema socio-sanitario chaqueño.

El fallecimiento de Yoana Mabel Suarez
Falleció el 17 de enero de este año, cuando tenía 17 años. También había recurrido a la pioxoná del Paraje El Canal. Como no logró mejorar, se pidió su traslado por ambulancia al puesto sanitario de Villa Río Bermejito, que lamentablemente demoró en llegar. Cuando pudieron trasladarla, falleció en el trayecto.

Sus familiares refirieron que estaba enferma hacía siete meses; que no sabían que enfermedad arrastraba. Tenía la cara y el cuello llenos de granos. Hasta ahora desconocen la causa de la muerte, como casi siempre ocurre en las comunidades indígenas. Este caso ratifica la inexistencia de atención primaria de la salud.

La muerte de Octavio Díaz
El fallecimiento de este niño se produjo el 21 de enero, cuando tenía 18 meses de vida. Era hijo de Gladis Alegre, quién había fallecido embarazada nueve días antes, en circunstancias evitables. Sus familiares contaron que falle-ció en el regazo de su papá, en el rancho donde vivía la familia, ubicado en el Lote 39, dependiente de la Munici-palidad de Villa Río Bermejito.

En el puesto sanitario informaron a los familiares que el niño falleció de muerte súbita. En realidad, todavía no saben de que murió Octavio. Otro rotundo fracaso del sistema sanitario que no comprendió, no accionó ni reac-cionó ante los defectos devastadores de los fallecimientos múltiples en una familia indígena.

Falleció Petiso
Se conoció la muerte de un niño de 9 años, que perteneció a la familia Petiso, del paraje Paso Sosa, ubicado en el interfluvio. El niño era hijo de Pedro Petiso; se enfermó hace 20 días. Terminó por fallecer en Resistencia de meningitis tuberculosa. El día sábado 26 no se pudo trasladar el cuerpo hasta el paraje donde vivía porque la lluvia tornó intransitables las picadas.

La última muerte
El martes 29 se conoció el fallecimiento de Mabel González, quién vivía en Fortín Lavalle. Tenía 27 años. El desenlace aparentemente se produjo como consecuencia de un aborto clandestino, una de las causas muy frecuen-tes y repetidas de muertes; otro flagelo que asota a las mujeres. Mabel acarreaba severa secuelas de tuberculosis, que potenció el desenlace.

El tren de la muerte, a toda marcha
El tren de la muerte por hambre viaja sin parar por la zona y deja restos humanos en las comunidades indígenas. A la desnutrición y a las enfermedades, se agrega el hambre que recrudece porque el estado chaqueño no lleva adelante políticas de asistencias alimentaría y sanitaria plenas y eficientes.

Villa Río Bermejito, Espinillo y Miraflores son los vértices del triángulo de la muerte. Este escenario se agrava con los sistemáticos fallecimientos que se producen en el hospital de J.J. Castelli, que actúa como un resumidero de los restos de El Impenetrable, sintetizando la tragedia que rodea a las comunidades indígenas como conse-cuencia del rotundo fracaso de las políticas socio-sanitarias aplicadas en nuestra provincia desde hace muchos años.

Falta comida, falta agua segura y suficiente, falta salud, sobran enfermedades y se ventilan las muertes prematu-ras o los fallecimientos por causas evitables o altamente evitables. Casi todos los finales son de profundos sufri-mientos, seguidos de muertes indignas. Mientras tanto, no existen hospitales ni puestos sanitarios mínimamente aceptables en su funcionamiento. Faltan médicos, profesionales de las restantes ciencias, técnicos, enfermeros y agentes sanitarios que trabajen en condiciones dignas y en número suficiente. Faltan medicamentos e insumos básicos y esenciales.

No son tiempos para ensayar
Todo esto se produce mientras se ensaya el Programa Hambre Cero, que se lleva adelante como plan piloto -inaceptable e inconsulto- en algunos parajes de Misión Nueva Pompeya. La cruda realidad y los sistemáticos resultados negativos que se vienen dando en los últimos tiempos obligan a formular políticas públicas de fondo y a cambiar planes, programas y acciones porque evidentemente fueron mal planteados, aunque sea porque son parciales e insuficientes.

Dijimos que no existía margen de error en este tema. Sin embargo, los errores abundan y se repiten sistemática-mente, a pesar de la extrema gravedad del cuadro socio-sanitario existente en El Impenetrable. Se deben retomar las acciones, planificando y ejecutando dentro de las estructuras del Estado, para lo cual se debe fortalecer [y no debilitar] a los ministerios de Desarrollo Social y de Salud Pública, dotándolos de recursos humanos y económicos extraordinarios, adecuadamente articulados con los distintos sectores sociales, especialmente con las comunidades indígenas, que en la actualidad están reducidas y relegadas a recibir pasivamente una muy mala asistencia por parte del Estado.

Los que podrían ser sacrificados
Algunos ya anticiparon que las situaciones serían irreversibles en los casos de desnutriciones extremas. Con este argumento, parecería que no van a destinar alimentos ni asistencia sanitaria a favor de estas personas, que proba-blemente resulten sacrificadas con el pretexto de la inevitabilidad de sus muertes. Desde esta opinión, serían miles las personas que estarían en esta situación, lo cual –de ser cierto- sería catastrófico hasta para cualquier distraído, indolente o mal formado.

Si las acciones de gobierno y las respuestas futuras serán las que se están dando en la actualidad, es probable que el funcionario que opinara de esta manera acierte en el sentido de que el tren de la muerte seguirá viajando a 150 km por hora y por mucho tiempo. En ese caso, el proceso de cambio va por más fallecimientos. Esta postura sería desaprensiva, desopilante y hasta alocada si no pudiera tener tantos efectos y consecuencias nefastas en la ya trágica realidad chaqueña.
Los fallecimientos, especialmente los infantiles evitables, deberían determinar que el gobierno provincial con-centre todos sus esfuerzos en desarrollar políticas de asistencias alimentaria y sanitaria plenas en todo el territorio provincial, al mismo tiempo, en especial en El Impenetrable, apuntando fundamentalmente a la preveservación y promoción de la salud del binomio madre/hijo y a la prevención de las enfermedades, dejando de lado programas efectistas e inconducentes, para pasar a dar soluciones de fondo. Para ello, es indispensable que se formulen políticas públicas en las que el gobierno plasme su visión política en búsqueda de justicia y equidad social.

La comida es la base de la salud; la salud es el correlato de la vida; por lo tanto, se debe planificar con visión política e histórica, recordando entre otros a Ramón Carrillo, enfrentando la realidad con convicciones, con madurez, con equilibrio, con sensatez y con seriedad. De lo contrario, deberán asumir un pronto fracaso y las consecuencias sociales que se acumularán durante los próximos meses.

RESISTENCIA, 29 DE ENERO DE 2008.-

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